Luis de Granada. Fray
       [955]

 
   
 

 
     

   Asceta español, de familia humilde de repobladores de Granada, huérfano y monaguillo de la Santa Cruz, iglesia animada por los dominicos. Ingresó en la Orden en 1524 y fue predicador y autor de libros que le merecieron un lugar primordial en las letras ascéticas castellanas y de la Iglesia de todos los tiempos.
   Excelente y erudito prosista, fue modelo de escritores religio­sos y profa­nos. La fama de sus predicaciones le llevó a ser pedido como confe­sor y direc­tor espiritual por diversos nobles. Fue prior del convento de Scala Dei, en Córdoba.
   Se le trasladó a Portugal, en 1556, tal vez huyendo de sospechas de la Inquisición y para evitarle "pesquisas". Con todo fue acusado ante la Inquisición, que incluyó injustamente algunos escritos suyos en el "Índice de libros prohibidos".
   Allí llevó una vida ascética. Rechazó cargos y honores que se le ofrecieron, además de obispados. Fue desposeído de sus cargos por Felipe II, al no poner­se de su parte en sus reclamaciones del trono portugués, pero fue pronto rehabilitado ante su prestigio social. Su vida apostólica resultó muy intensa durante los años portugueses y su disponibilidad apostólica fue admirable.

   Entre sus obras latinas fueron conocidas la "Rethorica "ecclesiástica" y entre las portuguesas las más significativa fue el "Compendio de Doctrina cristiana".
   Entre sus libros en castellano, que son los más cuidados en estilo y en fondo, sobresale la "Guía de Pecadores" editada en 1556, tratado ascético y a la vez doctrinal, de gran sensibilidad filosófica y moral. Otros libros como "Introducción del símbolo de la fe" (1583), “Cántico a las obras creadoras de Dios”, "Libro de la oración y meditación", el "Memorial de la vida cristiana", el "Compendio de la doctrina espiritual", "Los Sermones" y las "Meditaciones muy devotas", resultaron admirables y le acreditaron como verdadero maestro de espíritu y serio conocedor de la doctrina de la Iglesia, que siem­pre exponía en sus obras, a pesar de las reticencias de los inquisidores.
   Diver­sas traduc­ciones como la "Escala Espiritual" de San Juan Clímaco o "La imitación e Cristo" de Kempis, así como biografía hermosas que salieron de su pluma ("San Juan de Avila”, “Fray Bartolomé de los mártires”, “Sor Ana la Concepción"), completaron su producción escrita, fecunda, correcta, modélica y singularmente educadora de espíritus selectos, objetivo de este dominico recto en doctri­na y maestro en el estilo.